domingo, 31 de enero de 2010

Citas citables

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Hay hombres que luchan un dia y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.


Bertold Brecht

martes, 26 de enero de 2010

Mi niño no me lee nada (I)

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Para empezar una técnica de lo más sencillo: la gestión del tiempo.

Muy a menudo nos encontramos con uno de esos temas espinosos y delicados: la falta de tiempo para leer. Dice Pennac en su Como una novela:
¿De dónde sacar tiempo para leer? Grave problema. Que no lo es. Desde el momento en que se plantea el problema del tiempo para leer, es que no se tienen ganas. Pues, visto con detenimiento, nadie tiene jamás tiempo para leer. Ni los pequeños ni los mayores. La vida es un obstáculo permanente para la lectura. [...] El tiempo para leer es siempre tiempo robado (al igual que el tiempo para escribir, por otra parte, o el tiempo para amar).
Bien, pues mi propuesta de hoy va en esa dirección. Si el tiempo para leer es siempre tiempo robado, vamos a cometer un robo. O más bien una serie de robos, que trataremos en distintos momentos. Pero el de hoy va a ser un robo al más puro estilo Hollywood, un robo organizado, planificado y llevado a cabo por uno de los mejores equipos que conocemos: nuestra propia familia. Vamos a robar tiempo en casa. Tiempo para leer.

La propuesta, pues, es organizarnos en casa para tener todos tiempos para leer. Y como ya sabemos por películas y libros, para que los planes salgan bien hay que coordinarse y actuar de forma simultánea, así que eso es lo que vamos a buscar.

Proponed a la familia tener un ratito diario dedicado a leer. Pero no para vosotros, sino para todos. La idea es encontrar un breve respiro para compartir todos juntos unos instantes de lectura, para robar entre todos unos minutos al reloj que parece gobernar nuestras atareadas vidas y dedicar esos minutos a leer todos juntos. Cada uno su libro, cada uno a su ritmo, en silencio, compartiendo un espacio común, cómodo, quizás con algo de música suave de fondo. La idea es conseguir un ambiente relajado que ayude a perdernos dentro del libro.

Sé lo que me vais a decir. Que si llego muy cansado de trabajar, que si tengo un montón de trabajo en casa, que si el niño tiene que hacer los deberes, que si los extraescolares, que si... que si... que si... Vamos, venga ya. No estoy hablando de dos horas. Os hablo de 15 o 30 minutos nada más. Sí, ya sé que sois personas muy atareadas y con multitud de obligaciones, pero si estás leyendo esto, entonces es sin duda porque sientes esa misma inquietud que me domina a mí a veces, que te planteas qué puedes hacer para que ese niño, ese alumno, lea o, mejor aún, quiera leer. Tal vez es el momento de reevaluar esas prioridades tan urgentes que dominan tu vida. Si no eres capaz de robar 15 minutos (mejor 30, pero bueno, 15 también valen)... ¿realmente te preocupa tanto que lea? Venga, que seguro que tú también lo disfrutarás. Además, es un robo, ¿recuerdas? Estamos rompiendo la ley y las normas sociales, que nos dictan que cada minuto que no dedicamos a cosas tremendamente importantes e imprescindibles somos unas personas horribles que merecen el ostracismo y el oprobio de la sociedad. Pues hala, vamos a empezar nuestra etapa de salteadores de los caminos de Cronos haciéndolo en equipo, que estas cosas, compartidas, salen mejor.

Hay un punto que no debemos olvidar y es que no hay nada peor que la obligación para suscitar el deseo. Ya hablaremos otro día de la utilidad de las prohibiciones y los imperativos, pero por el momento, la idea es que este rato de lectura sea un pacto, un acuerdo entre todos. Hay que convencer al resto de lo genial que puede ser dedicar todos juntos un rato a la lectura. Y si además conseguís después que ello derive en una charla sobre lo que estáis leyendo, el objetivo (y el placer de la lectura compartida) se verá doblado. Compartir e intercambiar... una de las mejores formas de motivar, ¿verdad?

Así que, resumiendo, la propuesta es la siguiente: Destinar cada día a la lectura personal silenciosa un breve periodo de tiempo, y hacerlo todos a la vez, en compañía. Conviene llevarlo a cabo de forma pactada, y no como la imposición de uno de los miembros.

Mi niño no me lee nada (intro)

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Tras un laaaargo silencio (algo que es habitual en mí, como sabéis bien los que me conocéis) inicio hoy una serie de breves textos sobre motivación lectora. No pretendo dogmatizar ni establecer sesudos análisis sobre la necesidad de la lectura y la importancia del saber y blablabla. Doctores tiene la iglesia, y no soy yo uno de ellos. Mi propuesta es mucho más simple. Tan sólo buscar una serie de técnicas y recursos destinados a facilitar la adquisición de ese sueño esquivo, en ocasiones aparentemente imposible, que es que nuestros hijos o alumnos lean. Espero simplemente que puedan llegar a seros útiles. Pero menos rollo y más meollo, que con lo poco que escribo, más vale que no me pierda en prolegómenos...

domingo, 17 de enero de 2010

Guerra a la SGAE

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Un amigo lanza una propuesta muy interesante. Echadle un vistazo, que el asunto lo merece

http://guerrasgae.blogspot.com/
 

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