martes, 2 de octubre de 2007

Exigir y dar

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Hay un tema que hace ya tiempo que me da vueltas por la cabeza. Es el tema del famoso respeto debido. En ocasiones me parece que algunos exigen (¿exigimos? no sé si caigo en lo mismo que pretendo criticar...) a los chavales un respeto no correspondido. He visto a compañeros míos de profesión ofenderse gravemente por un comentario (bastante inocente, por cierto) de un alumno cuando ellos llevaban toda la sesión haciendo chascarrillos a costa del grupo. O montar en cólera por la absoluta falta de modales de uno de los chicos, pese a que ellos han entrado en el aula sin ni siquiera decir buenos días. Es que me deben un respeto, que soy el profesor. Pues sí que estamos bien.

Creo que no podemos exigir aquello que no sabemos dar. Y es que el respeto, en mi opinión, no es algo a imponer. El respeto se gana. Y se gana dando tanto como queremos ganar. Es decir, que para exigir, antes hay que empezar por dar. Queremos esa especie de posición pseudodivina de respeto y autoridad absolutos, pero en ocasiones nos olvidamos de que la persona que más hay que respetar en el aula es el propio alumno. Si no les prestamos atención cuando nos necesitan (ya se sabe, siempre andamos taaaaan ocupados), si no atendemos sus peticiones, si nos olvidamos de usar con ellos las mismas fórmulas de cortesía que luego les imponemos (¿Cómo pretendemos que nos pidan las cosas por favor si somos los primeros en ordenar de forma ruda que nos vayan a buscar un paquete de tiza a secretaría?), si no cumplimos, en definitiva, con unas normas elementales de respeto hacia ellos, ¿cómo vamos después a exigirles que nos respeten?

El respeto es una cuestión de modelaje, de dar ejemplo. Somos nosotros, a través de nuestra actitud diaria, los que tenemos que demostrarles que el respeto es la base de una buena convivencia. Es muy bonito llenarse la boca de valores, pero el camino se recorre andando, y el respeto, respetando.

¡Ufffff! Que pedante me ha quedado hoy esto. Quede claro, que no pretendo tirar yo ninguna primera piedra, y que soy el primero en no estar libre de pecado. Pero cuando menos, estas reflexiones me permiten analizar un poquito de forma crítica esos errores que sin duda cometo en multitud de ocasiones. Por favor, no entendais este post de hoy como una pontificación subido en lo alto de mi columna, sino como la reflexión de quien se afana en escalar la montaña para ser cada día un poquito mejor.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Estoy contento

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Pues sí, la verdad es que hoy estoy contento. Ayer me encontré con una situación potencialmente muy difícil y creo que acabamos resolviéndola bien entre todos, los bichos y yo. Pero mejor que me explique.

El miércoles me telefoneó la madre de E.M., un chaval de la clase. Estaba muy preocupada e incluso se planteaba solicitar que se lo cambiara de grupo pues el chico lo estaba pasando muy mal. Sus dos grandes amigos de cursos anteriores, C.C. y B.O., le estaban haciendo la vida imposible y se dedicaban a ponerle la clase en contra, machacarlo verbalmente cada vez que lo veían, meterse con él a través del messenger... E.M. estaba desolado, se sentía solo, aislado y rechazado. Le rogué a la madre que me diera unos días para actuar antes de plantearse el cambio de grupo y que viéramos si era posible encontrar otro tipo de solución. Siempre me ha reventado que en los casos de acoso sea la víctima la que tiene que desaparecer, y el agresor o agresores permanezcan en su entorno habitual. Creo que eso refuerza la sensación de poder, de dominio sobre el resto de compañeros, de esos "matones".

Empecé por ir hablando en privado con la mayoría de los chavales de la clase, haciéndome el loco, comentándoles que notaba cierta tensión en el aula, especialmente entre los chicos, y que si sabían cual era el motivo, porque yo ya empezaba a estar preocupado. Tal y como me imaginaba, saltó la libre y más de uno empezó a explicarme todo lo que pasaba, siempre desde su óptica personal. A partir de aquí pude ir componiendo un cuadro bastante aproximado de lo que sucedía. Cherchez la femme. Parece ser que todo se originó a finales del curso anterior. C.C. y E.M., entonces grandes amigos, "iban detrás" de la misma chica, M.M. E.M. fue la opción preferida por la hica en cuestión y al otro le sentó como una patada en la boca. A partir de ahí, con una excusa nimia, se enfadan los dos y C.C. se dedica a atacar verbalmente a E.M. apoyado por su pequeña banda de sicofantes (que los tiene). Una tarde, el día antes de irnos de colonias el año anterior, lo rodean y ante la presión E.M. les suelta "Sois unos hijos de puta". Acto seguido, este suceso es rápidamente tergiversado y extendido a toda la clase dicendo que E.M. ha dicho que toda la clase son unos hijos de puta y presionando hasta conseguir el ostracismo absoluto de la víctima en cuestión. Me sorprende descubrir que una de las personas que más ha colaborado en todo ello es B.C., una de las chicas. Y ahí estábamos cuando me llamó la madre de E.M.

Por la tarde teníamos matemáticas. Envié la clase que tenía preparada al infierno de las sesiones perdidas pero ganadas (y pude ver mentalmente al monstruo noloacabaréatiempo relamiéndose) y planteé una dinámica de grupo. Como esperaban un control de mates, empecé, sin decirles nada, repartiendo una cuartilla. Poned el nombre, no hace falta fecha. Primera pregunta. Define Compasión. Miradas extrañadas, pero me conocen bien. Bajan la cabeza y se ponen a escribir. Segunda, define Aislamiento. Tercera, define Compañerismo. Cuarta, define Dolor. Quinta, define Empatía. Sexta, define Rechazo. Venga, con la séptima cambiamos de terna. ¿Alguna vez has sentido las emociones de las preguntas impares? ¿Te gustó? Octava, ¿Alguna vez has sentido las pares? ¿Te gustó? Y aquí viene el Shinkansen. Novena pregunta. ¿Qué es lo peor que se le puede hacer a alguien en clase? Tal y como esperaba, los chavales ya me habían olido (que manada tengo, señor, que manada...) y responden la mayoría: Aislarlo, dejarlo solo, de lado. Décima y última pregunta: ¿Crees que esto está sucediendo ahora mismo en nuestra clase? La respuesta es unánime: Sí.

A partir de aquí, comentamos las respuestas a las últimas dos preguntas. Y para evitar convertir a uno en una pobre víctima y al otro en el mártir atacado por el profesor (que es una imagen que le encanta), empiezo por comenarles lo disgustado que estoy con todos ellos. Que me aprece terriblemente cobarde que hayan visto omo alguien sufría y se hayan apartado, se hayan quedado como meros espectadores, sin atreverse a intervenir, a intentar detener la situación o bscar ayuda (para eso estamos los profes) para desactivarla. Poco a poco va saliendo todo a la luz, y la historiase desenrolla ante los ojos de todos. Dos horas de onversación y diálogo en la que han intervenido prácticamente todos. Pero me quedo con algunas perlas de esas que luego atesoras en el corazón:

- L.D. una de las chicas que no tenía nada que ver con todo este sarao, se echa a llorar. Le pregunto ante todos por qué llora. Su respuesta me deja indefenso: "Porque pudimos haber hecho algo y no lo hicimos. Me siento mal por eso". Al menos ella ha descubierto uno de mis principios básicos: La no actuación no es imparcialidad.

- A.G. uno de los sicofantes de C.C.: "Quise acercarme a E.M., pero tenía miedo de que si lo hacía, yo sería el próximo." Expresar en voz alta eso, es un acto de valor impresionante y ayuda a frenar la imagen de poder del agresor.

- C.C. hacia el final de la sesión: Se echa a llorar (cosa que no suele hacer) y cuando le pregunto por qué llora, me contesta: "porque soy un capullo". Creo que ha visto su error. Rápidamente, elogio su reconocimiento ante todos. Pregunto quien está dispuesto a ayudarle a cambiar. Como esperaba todos levantan la mano. Y entonces le pido que mire a E.M. Cuando ve su mano levantada, a C.C. se le ha quedado la cara a cuadros...

- E.M. cuando ya se iban, me coge por banda. Solo me ha dicho una cosa. Me ha mirado y me ha dicho: "gracias". Se me ha derretido el alma ante esa sonrisa de alivio.

No quiero ser presuntuoso. No creo que el problema esté plenamente desactivado. Pero creo que vamos por buen camino para que poco a poco desaparezca. ¡Ah! Y al final, M.J. una dulzura que no tenía nada que ver con todo el lío, sugiere que nos olvidemos de todo el asunto y sigamos como si no hubiera pasado nada. Todos sonríen esperando que yo le diga que estoy de acuerdo. Se sorprenden cuando insisto en que ninguno de ellos debe olvidar jamás lo que ha pasado. Que si lo olvidamos, volverá a suceder. Y eso si que no quiero que pase. No hay que olvidar las cosas, hay que abrzarlas y hacerlas parte de ti, para crecer con ellas. Me han comprendido todos (o casi). A todo esto, B.O. el otro que ha estado en danza con todo el lío, sigue inexpresivo y ausente. Realmente, la ausencia de empatía en este chaval me preocupa muy seriamente. Pero ninguna victoria puede ser completa. Al menos, ayer, se portaron como una manada...

Lo dicho, hoy estoy contento...

jueves, 20 de septiembre de 2007

Principios de física

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En física hay un principio que dice que a toda acción le corresponde una reacción. Yo no soy de ciencias, pero creo que esto es absolutamente lógico y todos lo entendemos como normal y natural. Sin embargo, en clase, a veces te encuentras con compañeros que consideran que las reacciones deben producirse sin una acción que las preceda, o con una acción opuesta a la reacción que se pretende provocar. Como si pretendieramos abrir tirando de esa puerta en la que un precioso letrero dice: "Empujar". Intentaré explicarme, que me está quedando un galimatías de lo más aparente.

Llegamos a clase y exigimos a los alumnos atención. Pero somos incapaces de escucharles cuando nos preguntan, o necesitan nuestra opinión. Acto seguido solicitamos respeto, pero nos negamos a tratarlos de otra forma que no sea con condescendencia. Nos quejamos a los padres de que su hijo no confía en el profesor, pero no permitimos que ni siquiera se nos acerquen. Insistimos en la importancia del compromiso y la dedicación ante el trabajo diario y nos ven abrir el periódico o el portátil mientras ellos están intentando resolver un difícil ejercicio. Imponemos que deben ser humildes y aceptar sus errores, pero jamás cometemos (o mejor dicho, admitimos) tener nosotros ni uno solo. Y es que, al fin al cabo, somos pequeños dioses. Y como estos ejemplos, tantas y tantas otras cosas.

Pretendemos que el mundo gire al revés. "Haz lo que digo y no lo que hago". Y ahí está uno de nuestros mayores errores. Porque nos miran. ¡Vaya si nos miran! Y hay que cumplir con aquello de predicar con el ejemplo. Porque los valores (sí, estoy hablando de valores) no se enseñan en los libros. Los valores se aprenden mediante modelos, mediante ejemplos vivos. Y no podemos pretender que cumplan lo que nosotros nos negamos a llevar a cabo.

Pero ya se sabe. Ahorradme ese comentario. Es que ellos son alumnos y yo EL PROFESOR. Así en mayúsculas. Con voz sonora y apocalíptica. Pues bueno, pues vale, pues me alegro. A mí que me borren de esa categoría. Prefiero dar para recibir que exigir sin ofrecer nada a cambio.

martes, 18 de septiembre de 2007

Ya casi ha pasado una semana...

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... y sigo sin acabar de entrar del todo. Este curso está siendo algo difícil. Tengo más horas de clase que el reloj de secretaría y apenás tiempo para reflexionar, preparar, organizarme un poco... Así que el blog, por sí solo, va cambiando de dirección. El año pasado era más neutro, más "articulístico". Este año se me va la mano hacia lo personal, hacia mis vivencias cotidianas. Me conozco, y con lo pedante que llego a ser, más de una entrada pseudosabia se me colará. Pero la verdad es que poco a poco me oriento más hacia el narrar lo vivido que hacia la reflexión ecuánime. Además, que demonios, no ha sabido ser ecuánime nunca, así que quizás sea mejor así.

Y hecho este caveat, vamos al lío. Ya ha pasado casi una semana y definitivamente, los bichos han vuelto. Ellos, con fuerzas renovadas. Nosotros, temiéndonos lo peor. Y a ver quien lleva a quien a su lado del río. De momento, apenas he tenido horas con ellos para aterrizar, para que me expliquen, para sonreir. El temario es el temario y ya hemos empezado a sentir el aliento del temible monstruo Noloacabaréatiempo en la nuca. Parece mentira, en tan solo una semana. Empiezo a plantearme el pegarle la patada al taburete y que le den viento al temario. ¿De qué sirve hacerles tragar un montón de conceptos y procedimientos si no les damos el tiempo necesario para digerirlos? Cada vez soy más escéptico a este respecto. Parece que sea dogma de fe el acabar el libro. Creo que me voy a declarar en herejía. Pero claro, siendo cuatro líneas (6º A, B, C y D) han de llegar todo al mismo punto. Odio aferrarme al libro. Me encanta explicar, extenderme, comentar, compartir con ellos su curiosidad. Y me revienta cuando tengo que cerrar una buena sesión de preguntas y respuestas porque se "desvían del temario y no toca".

El jueves pasado empezamos con Sociales y arrancamos con el renacimiento. Me miro el libro. Nada, lo de siempre. El Renacimiento es el fin del oscurantismo medieval (¿Pero todavía estamos con esas?) y de repente todo el mundo se vuelve librepensador, humanista, artista y les gusta el lacón con cachelos. ¡Ah! y así de golpe, va Lutero y monta un cisma. Vale. Pues que bien. Y al señor Guttenberg y su maravilloso invento ¿dónde lo dejamos? ¿Y la revolución del antropocentrismo? ¿Y tantas otras cosas...? Pues nada, ya hemos cometido la primera herejía. Cerrad el libro, bichos. Ya os prepararé luego un esquema para el examen. Vamos a hablar de historia. Y me lío la manta a la cabeza para explicarles cambios, revoluciones y transformaciones sociales. Que no te van a entender, me diocen mis compañeras, todas ellas mucho más sabias que yo... Que sí te entendemos, me dicen la mirada y las preguntas de mis bichos... Y como de costumbre, me apunto al carro de estos últimos y me tiro toda una hora hablando del Renacimiento y de los cambios que supuso social e intelectualmente. Y ni un ejercicio de los del libro. Ya me he ganado la primera bronca... y las que vendrán. Bienvenidas sean si consigo que mis bichos entiendan que aprender no es memorizar lo que dice un libro, o repetir al pie de la letra lo que dice tal o cual profesor o eminencia. Aprender es un acto continuo de descubrimiento, discusión, comentario y, sobre todo, intercambio. No hay que grabarse un libro en la memoria. Hay que consultar muchos. Y luego, seguir discutiendo...

jueves, 13 de septiembre de 2007

Ya están aquí...

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Pues sí. Como en la película Poltergeist, ya están aquí... Ya han vuelto los bichos. Y claro, los he visto más altos, más pícaros, más vivos y más sonrientes que nunca. Como cada año, cuando vuelven del verano. A lo mejor soy yo, que cada año me voy quedando más bajito, más torpe, más mustio y más serio. Pero no, si hay algo que nos devuelve la sonrisa a los profes (a los de verdad, al menos*) es volver a verlos.

¡Qué albororotados estaban ayer! Es normal. Tenían mil cosas que explicarse y otras mil que explicarme a mí. He tenido la suerte de que me ha coincidido que tenía con ellos las dos primeras horas del día, como tutor y la tercera porque les tocaba Naturales conmigo. Y tal como ha empezado la clase de Naturales, me he puesto a explicar el tema que tocaba: La Energía. Y yo venga a cascar y a preguntar y a obligarlos a implicarse. Creo que hoy hemos conseguido una dinámica interesante. Han pasado de estar a la expectativa, de ser sujetos pacientes (eso que en aquel post de hace tiempo decía que jamás debía ser un alumno) a participar, a preguntar a comentar y a rebatir argumentos. Bien. Hemos empezado muy bien. Estos bichos siguen con ganas de aprender, de descubrir cosas nuevas. Si la dinámica continúa así (como fue el año pasado) creo que será un curso muy movido. Se han "picado" un poquitín cuando les he dicho que el tema 1 (reproducción humana) es el último que daremos... ¡Les pica tanto la curiosidad con este tema!

Bueno, un post algo breve, pero solo quiero comentar que sigo sintiéndome feliz cuando se cierra la puerta del aula y me puedo dedicar a esos locos maravillosos en cuerpo y alma.

*Cuando hablo de profes de verdad y profes de mentira, me refiero respectivamente a aquellos que lo somos por vocación y a los que, sin querer serlo, lo son por necesidad. Es fácil distinguirlos. A los primeros se nos ilumina la mirada al entrar en clase. A los segundos, es justo el momento en que se les enturbia y fruncen el ceño...

lunes, 3 de septiembre de 2007

Inicio de curso

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Hoy comenzamos un nuevo curso. Sí, los bichos no llegan hasta el miércoles 12, pero los profes ya vamos hoy al cole. Hay tanto por hacer todavía... La verdad es que estos días sin chavales me aburren soberanamente. Sé que son necesarios y útiles, pero me aburren, se me hacen eternos. Lo que da sentido a mi trabajo, lo que me hace levantarme con una sonrisa cada mañana es el contacto con esa panda de locos encantadores. Este curso sigo de tutor de mis bichos del año pasado. Eso me encanta. Es un grupo genial y me lo paso muy bien con ellos. Y como cada nuevo curso, me he hecho un montón de buenos propósitos. Uno de ellos es el ir realizando entradas de forma más regular en este blog. A ver si es verdad y empiezo a publicar de forma un poquito más regular. La vida diaria en el cole da motivos más que sobrados para explicar cosas... A ver si me animo a narrarlas, comentarlas, razonarlas...

Me temo que éste va a ser un curso duro. Algunos de los compañeros con los que mejor relación tenía no están en el cole. Les ha salido la oportunidad de "pasar a mejor vida" (es decir, irse a trabajar a otro cole en mejores condiciones) y, por supuesto, se han aferrado a ello como si les fuera la salud (la psíquica, desde luego, seguro). Otros, por diversos motivos, estarán fuera del cole durante el primer trimestre (bajas de maternidad, viajes al extranjero, etc...). De todas formas, más me vale escuchar mis propios consejos y mantener una postura abierta. Entrará gente nueva que me puede aportar un enriquecimiento considerable. ¿Quién sabe? Quizás de entre los nuevos surja esa persona que consiga que me anime y tire adelante aquellos proyectos olvidados o que todavía andan a medias.

Bueno, a todos los maestros y profes que empezais hoy el curso: Ánimo, suerte y paciencia...

martes, 23 de enero de 2007

Disculpas

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Antes se me ha olvidado pedir disculpas a todos aquellos que antes leíais este blog. Ha pasado más de un año desde la última entrada. Mis disculpas a todos y no prometo nada (que me conozco y luego no cumplo). Y un fuerte abarazo a los que seguís ahí (ya sabeis quienes sois).

¡Fuera de clase!

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Recientemente, una compañera de trabajo ha dado con la solución definitiva para los alumnos que no hacen los deberes. Los echa de clase y los envía con su tutor o tutora hasta que los hagan. En otras ocasiones, he podido observar como a la que un chaval no ha estudiado o se gira a hablar con un compañero, se le expulsa del aula (ya sea enviándolo al pasillo o mandándolo a otra clase o con otro profesor). De verdad, la solución definitiva. Casi tan buena como la de las avestruces, que al no ver la amenaza, eliminan de su mundo el peligro.

Expulsar a un alumno del aula, no elimina el problema. Solo lo esconde. Entiendo que hay ocasiones en que es necesario. Cuando la actitud de un chico (¿por qué casi siempre echan a los chicos y en raras ocasiones a las niñas?) repercute en el funcionamiento global del grupo, impidiendo o dificultando de forma obvia y significativa la buena marcha de la clase, entiendo la expulsión del aula como una manera de permitir al resto seguir con el aprendizaje pese a los esfuerzos del díscolo de perturbar. Lo entiendo. Lo acepto. No me gusta y creo que deberíamos intentar cambiar las tornas sin privar al "castigado" de la oportunidad de aprender, pero lo entiendo.

Ahora bien, expulsar a un chaval de clase porque no ha hecho los deberes ("¡Y no vuelvas hasta que los tengas hechos!") enviándolo con su tutor no soluciona el problema, solo lo esconde. Al cabo de pocos días, el chaval asume que no hacer los deberes significa saltarse la clase peñazo que no le gusta para nada, e ir a ver al tutor, que como está en otra clase y bastante liado con los problemas de ésta, acaba sentándolo en un rincón y poniéndolo a hacer los deberes. Perfecto. Se ha saltado la cloase que no le gusta, está haciendo los deberes cuando le da la gana y encima ha ganado una trade de diversión, al no haber tenido que copiar ese farragoso verbo en casa. La PS2 y el messenger se lo agradecen en extremo.

Estas últimas dos semanas tengo a C.C., uno de mis bichos, conmigo cada vez que le toca la asignatura de esa compañera. Directamente pasa de hacer los deberes. Cuando le he preguntado por qué no hace los deberes de esa asignatura y en cambio cumple con los míos, me ha contestado con una sinceridad y lógica simplemente aplastantes: "Es que contigo tengo buen rollo y a esa no la aguanto. Y si no hago los deberes, me envía contigo." Aplastante. He tenido que esconder una sonrisa de complicidad y afecto mientras lo enviaba a otra aula, para que no estuviera conmigo y el castigo se convirtiera en un premio.
 

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